sábado, 15 de diciembre de 2012

RESUMEN GETAFE-OSASUNA


Escándalo en el Coliséum. A falta de fútbol hubo polémica, y decisiva, en el último suspiro de un empate entre Getafe y Osasuna que no debió ser tal. El tanto de Kike Sola daba el triunfo al conjunto 'rojillo' hasta que Teixeira Vitienes se inventó una mano de Oier en el minuto 93. Diego Castro firmó la igualada y la indignación viajó a Pamplona, víctima de un error que le condena, una jornada más, a mirar el descenso de reojo.
De soslayo miraron ambos también la portería contraria. Era un partido infumable y propicio para acompañarlo de siesta hasta el último cuarto de hora. Pasó más en quince minutos que en el resto de partido. Expulsiones, goles y polémica, mucha polémica. De ella se sirvió en esta ocasión el Getafe para rescatar un punto que tenía perdido. Errores arbitrales al margen, lo más lógico era que ambos repartieran miserias. Y así fue.
Porque en el Coliséum sobró el balón de fútbol. Entre la intensidad de Osasuna y las constantes imprecisiones de los de Luis García se consumieron tres cuartas partes del choque. Apenas un par de intervenciones de Moyá a sendos disparos de Nino y un mano a mano de Álvaro Vázquez que Arribas salvó bajo la línea de gol evitaron que los presentes en el Coliséum pidieran, y con razón, la devolución del importe de su entrada.
Quedaron de manifiesto las limitaciones ofensivas de los de Mendilibar. De no ser por una defensa que es de las más sólidas de la Liga (sólo Atlético, Madrid y Málaga han encajado menos goles), Osasuna viviría en una constante urgencia. No menos desnuda quedó la falta de gol azulona. El problema del '9' es un hándicap que los de Luis García arrastran desde el inicio de temporada. Y no ofrece síntomas de poder solucionarse.
La ficticia mano de Oier
En esa inoperancia atacante se movió el partido hasta que Armenteros decidió poner el encuentro patas arriba. Su salida de tono con una escalofriante entrada sobre Valera dejó a Osasuna con diez. El Getafe se volcó en ataque y Kike Sola encontró metros suficientes para dejar sentado a Abraham y superar la salida de Moyá.
No parecía haber tiempo para más. Apenas unos acercamientos desesperados del Getafe y una pequeña fase de agobio, lógica por otra parte, que suele implicar una ventaja mínima en campo contrario. La agonía se convirtió en indignación en cuestión de segundos cuando a Teixeira, indicado por su auxiliar, le dio por ver una mano en la espalda de Oier. Diego Castro agradeció el regalo mientras Mendilibar caminaba desquiciado hacia los vestuarios. Le siguieron, una vez acabado el choque, el resto de sus jugadores, impotentes y abatidos por el irritante desenlace.

@FERNANDOVK1996

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